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miércoles, 9 de abril de 2008

El pelaje de los gatos: consejos para su cuidado

El cepillado
El cepillado permite que el pelo recobre su volumen. En las razas de pelo corto o semilargo, se puede pasar una rasqueta para separar bien el pelo. En las de pelo largo, se puede realizar un moldeado con un cepillo suave.
El baño modifica momentáneamente el aspecto del pelaje, que recupera su consistencia natural al cabo de dos días.
A continuación, el gato se ocupará solo de las "terminaciones", con la herramienta de mantenimiento que la naturaleza le ha otorgado, su lengua. Sin embargo a veces es preciso limitar su entusiasmo, en especial si se trata de una raza de pelo largo, ya que un lamido excesivo en determinadas zonas del pelaje enredará los pelos y los pegará entre sí.

El mantenimiento del pelaje
Incluso para los gatos de pelo corto, el hábito de cepillar el pelaje por lo menos una vez por semana, o idealmente a diario, es una buena manera de controlar que no haya problemas dermatológicos, tales como pequeñas heridas, parásitos, etc. El gato aprecia las sesiones de cepillado, como si se tratase de un mimo diferente. Para un gato de pelo largo, el cepillado es un imperativo al cual es preciso acostumbrarlo desde muy pequeño; la sesión no debe terminarse nunca con un arañazo. Si el gato no es suficientemente paciente, pueden efectuarse varias sesiones cortas de cepillado.
Cuando se trata de un gato que tiene acceso al exterior, se debe estar muy atento, sobre todo en primavera, durante la muda, y en la temporada de lluvias. En los gatos de pelo largo, incluso si se ocupan ellos mismos del mantenimiento del pelaje durante largos momentos, los pelos pueden compactarse en masas a veces voluminosas, en las cuales los parásitos pueden encontrar refugio, ocasionando graves problemas dermatológicos. Es preciso recurrir a tiempo al peluquero y al veterinario (a veces puede ser necesaria una anestesia general).
Es normal encontrar de vez en cuando bigotes en las almohadas o en los sillones en donde el gato tiene el hábito de dormir. Esto no tiene nada de alarmante, dado que los bigotes de los gatos son pelos muy particulares, que sufren una muda más lenta que los del resto del pelaje.

El baño
Al gato no le gusta el agua. Por esta razón, es importante habituarlo al baño desde su más tierna edad, alrededor de los 3 meses. El cuarto en el que se bañará y secará al gato debe tener buena calefacción y estar exento de corrientes de aire.
Hay que comenzar por llenar la bañera con algunos centímetros de agua a 36 ó 37 °C e introducir lentamente al gato en el agua, hablándole y acariciándolo para tranquilizarlo.
A continuación, se moja delicadamente el cuerpo del animal, utilizando un pequeño vaso, sin dejar de acariciarlo y evitando verter agua en los ojos y los canales auditivos.
Una vez que el gato está bien mojado, se le puede aplicar un shampoo especial para gatos. No hay que utilizar nunca un shampoo para seres humanos, ya que no es adecuado para los felinos; no sólo el pH de la piel humana es diferente sino que además, el gato podría intoxicarse al lamerse. Hay que frotar bien todo el cuerpo, insistiendo en las zonas de las patas, la cola y el vientre.
Una vez que se ha aplicado bien el shampoo, se enjuaga al gato con la ducha y luego se repiten las mismas operaciones. El enjuague es un momento importante, durante el cual es preciso estar atento para evitar que el flujo de agua se dirija a los ojos o a las orejas del animal.
Tras enjuagar perfectamente al gato, se lo envuelve en una toalla seca y tibia, y se lo frota vigorosamente para eliminar el agua. Luego se pasa un pequeño trozo de algodón (nunca un hisopo) por el conducto auditivo, para absorber el agua que hubiese podido penetrar a pesar de las precauciones que se han tomado.
Al gato no le suele gustar demasiado el uso del secador de pelo, dado que el ruido y el aire le molestan, pero si el animal ya está habituado al secador, no habrá problemas.
Es conveniente utilizar un aparato de relativamente baja potencia, evitando dirigir el flujo de aire hacia los ojos o las orejas. Secar bien el pelaje de todo el cuerpo, sin olvidar el vientre, las patas y la cola.

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